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lunes, 27 de abril de 2015

El término competencia tiene sus inicios en la segunda mitad del siglo XX y se desarrolló a partir de la necesidad empresarial de obtener mayor productividad, esto a través de empleados que habrían de desarrollar ciertas habilidades y destrezas específicas denominadas finalmente competencias. Son varios los países que adoptaron este término con la característica principal de que todos estos son de habla inglesa, los países a los que se hace referencia son: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. Así, el término competencia tuvo sus primeros usos en el campo laboral y empresarial (Lozano y Herrera, 2013).
Desde la perspectiva de competencias desarrollada en Estados Unidos se pretendía que los estudiantes desarrollaran habilidades específicas que más tarde les permitirían ingresar al mundo laboral, mientras que en Canadá lo más importante era la aplicación práctica del conocimiento, además se tuvo en cuenta las actitudes y destrezas del individuo. En Australia se propuso vincular las competencias con las cualificaciones y así determinar los puestos laborales, en tanto que en Inglaterra fueron los empleadores quienes pusieron las pautas del como debían desarrollarse las competencias de acuerdo al mercado de las empresas (Lozano y Herrera, 2013). En Nueva Zelanda se quiso diferenciar la forma en como eran evaluadas las competencias por las organizaciones y centros de trabajo de la forma en lo que hacían organismos externos (Bowen, 2001). Desde el punto de vista educativo, son los enfoques del conductismo, constructivismo y el enfoque holístico los que han buscado aportar al aprendizaje por competencias, estos enfoques han influido de manera notoria teniendo valiosos aportes así como críticas que en su momento han sido presentadas. El enfoque conductista busca identificar el comportamiento de los individuos con respecto a tareas y ocupaciones que estos deben llevar a cabo. Surge entonces el concepto de desempeño efectivo por medio del cual se pretende alcanzar resultados específicos a través de acciones específicas (Mertens, 1996). En este sentido la competencia se convierte en la habilidad de una persona, capacidad que a su vez es testimonio de lo que se puede hacer, de esta manera se hace diferenciación entre lo que es un desempeño superior y un desempeño pobre del sujeto. Sin embargo, no se tienen en cuenta las motivaciones y roles sociales de las personas, por lo que se deja de lado la más importante evidencia de las competencias humanas, la personalidad. Por su parte, el enfoque constructivista pretende ir más allá del enfoque conductista basado en la respuesta a estímulos externos, el constructivismo busca la adquisición de competencias a través de la construcción propia del aprendizaje donde son importantes la reflexión y las capacidades intelectuales de las personas (Lozano y Herrera, 2013). Las características internas y la forma en que se ve el mundo por parte de los individuos les permite generar nuevos aprendizajes cognitivos, estos pueden ser de tipo procedimental o actitudinal y permiten encontrar relación entre la teoría constructivista y las competencias (San Martin, 2010). Desde esta perspectiva constructivista la educación debe dar respuesta a las necesidades de la sociedad acercando a los estudiantes al mundo laboral con el fin de crear vínculos que ayuden a los alumnos a afrontar los desafíos del mercado laboral (Argudín, 2001). Por, Alejandro Bernal Docente del programa de Dirección y Producción de Radio y TV. Facultad de Artes - UNICIENCIA 2015.